Mecanismos de defensa que construimos, especialmente durante nuestra infancia, pueden ayudarnos a superar traumas o ‘heridas’ pero nos impiden vivir relaciones plena y sanas.
«La coraza física, muscular y afectiva, se construye mediante una retención de la espontaneidad del movimiento y oculta la historia de nuestras tensiones, de nuestras compensaciones, de nuestras posturas adoptadas para defendernos y de las tomadas para escondernos», explica Marie-Lise Labonté, creadora del Método de Liberación de las Corazas (MLC©). Liberarse de ese corsé que nos impide mostrarnos cómo somos en realidad por miedo a sufrir no es una tarea sencilla y, para conseguirlo, normalmente tenemos que retroceder en el tiempo hasta nuestra niñez para localizar el origen de nuestras ‘heridas’. Judit Mateu, miembro de la Asociación del Método de Liberación de las Corazas, nos explica por qué y cómo alcanzar ese momento de catarsis.
- ¿Por qué un periodo de la vida tan corto como es la niñez nos deja tanta huella?
- Todo lo vivido se queda guardado en nuestro cuerpo; nuestro cuerpo es como una caja negra, sede de nuestro inconsciente. Cuando somos niños, durante los primeros años de vida, todas las experiencias que vivimos -las buenas, las neutras y las dolorosas-, las procesamos desde nuestro cerebro reptiliano (instintivo) y límbico(emocional). No procesamos desde el neocórtex (racional). Nuestro cerebro subcortical (el cerebro reptiliano y límbico) está diseñado para sobrevivir y encuentra mecanismos de afrontamiento ante cualquier situación dolorosa. Estos mecanismos de defensa que construimos durante nuestra infancia nos ayudan y son muy útiles para sobrevivir esta etapa, pero nos impiden vivir relaciones sanas como adultos. El Método de Liberación de las Corazas (MLC©), al trabajar a través de movimientos sencillos y profundos de despertar corporal, permite ir al encuentro de estos mecanismos de protección, de estas corazas que construimos durante la niñez, para encontrar caminos de liberación de estas memorias dolorosas guardadas en nuestro cuerpo.
- ¿Cómo percibe el cerebro de un niño el dolor? Aparentemente, se adaptan muy bien (la prueba la tenemos con el covid) pero, ¿todo les deja más poso de lo que parece?
- Cuando somos pequeños vivimos situaciones dolorosas y experiencias que nos hieren pero no tenemos suficientes herramientas para gestionarlas. Muchas veces no hay un adulto a nuestro lado que nos escuche, a quien poder confiar este dolor, alguien que esté presente y disponible realmente para empatizar con nuestro dolor. Así que aprendemos a vivir el dolor solos y llegamos a la conclusión que no podemos confiar en nadie. Cada uno vive sólo su herida, el abandono, el rechazo, la traición, la humillación, el no-reconocimiento, etc…Normalmente el dolor se siente en el cuerpo, por lo que aprendemos a disociarnos de él para no sentirlo. Sin embargo,lo que de niños nos fue muy útil, de mayores nos desconecta de nosotros mismos al convertirnos en adultos. Según Marie-Lise Labonté, «la coraza se instala como una impronta de la experiencia dolorosa en la psique, como la expresión emocional de esta impronta y como reacción fisiológica que se inscribe en el cuerpo». La práctica de los movimientos del despertar corporal del Método de Liberación de las Corazas permite conectar con nuestra respiración y, así ,ser más capaces de volver a reconectar con nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra psique de una manera más consciente.